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Todo proyecto de construcción corre con riesgos en cuanto a sus objetivos y planes de ejecución, pues están sujetos a situaciones adversas o retos que conlleva cualquier emprendimiento. Sin embargo, la construcción es uno de los sectores en los que dichos riesgos se hacen más notorios.

La gestión de riesgos en la ejecución de proyectos de construcción son aspectos importantes, así como su auditoría, los dos implican una serie de requisitos, procedimientos y procesos que conducen o derivan en obligaciones y derechos de aspectos económicos, patrimoniales y tiempo.

Un riesgo generará un efecto positivo o negativo sobre el proyecto, ya sea en tiempo, costo, alcance o calidad, además influye en la planificación de la ejecución de obras para la toma de decisiones. Un proyecto de construcción pasa por muchas fases antes de su ejecución, por tanto, es necesario identificar las amenazas que pueden afectar la consecución de los objetivos en función de seis riesgos:

• Financieros: se relacionan con el financiamiento del proyecto en su totalidad o en alguna de sus etapas.
• Disponibilidad de recursos: cuando el recurso humano o técnico del que se dispone no es el adecuado o suficiente.
• Directivos: son los cambios en la dirección del proyecto o se refiere también a las capacidades de quienes están al frente.
• Contractuales: afecte las condiciones en las que se firman los acuerdos que sustentan la ejecución del proyecto.
• Laborales: condiciones laborales de quienes intervienen en el proyecto y del impacto de sus decisiones o comportamiento dentro de la ejecución.
• De impacto social: se derivan de la ejecución del proyecto y que afectan al entorno o medio ambiente.

Una vez identificados los riesgos según su naturaleza, se debe diseñar una estrategia a través de un proceso de tres etapas:

1. Cuantificación: es el primer momento de la estrategia, en esta etapa se evalúa el impacto en temas de costes y tiempo; esto hace posible adaptar presupuestos y planes de ejecución con base a esas proyecciones. No es una regla general, se debe analizar cada caso de manera independiente.

2. Elaboración de la respuesta: se podría decir que es la etapa más importante, pues aquí se analiza el tipo de acciones que permitirán mitigar los efectos de los riesgos y su estrategia para contrarrestarlos.

3. Contingencia: una vez definida la estrategia, se debe gestionar y monitorear los recursos que permiten enfrentar el riesgo, no solo en función de los que ya han sido identificados, sino a través de una respuesta inmediata ante los efectos de riesgos eventuales que podrían suceder en cualquier momento.